Código 4 –  Ley hoy, mañana y siempre

Código 4 – Ley hoy, mañana y siempre

junio 28, 2018 Desactivado Por Niño Nuevo

«No entendáis mal Mis Claras Palabras ni les deis otra interpretación; os lo digo: No exijo a los hombres honores para Mi Nombre. No castigo a quienes no saben nada de Mí. No realizo alianzas ni contratos con hombres de ningún pueblo. No pido ni doy nada a cambio de supuestas alianzas: sabedlo… Conoced la Ley… y entonces Me conocerán los hombres. Así he hablado por boca de quienes saben de Mí. Mi Conocimiento es Limpio: no lo ensuciéis. Mi Sabiduría es Eterna: no la menospreciéis”.

Habla nuevamente para nosotros el Padre Eterno mostrándonos su identidad de Innominado, por la cual, y siendo el Padre y causa primaria de todo lo existente, no pide honores para su nombre, pues no los necesita de ningún hombre de este planeta ni de ninguno del universo; siendo el que da a todos vida, no necesita nada del mundo, como sí necesita Jehová que pide ofrendas, diezmos y sacrificios de sangre: “Después llevarás el becerro delante del tabernáculo de reunión, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro. Y matarás el becerro delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. Y de la sangre del becerro tomarás y pondrás sobre los cuernos del altar con tu dedo, y derramarás toda la demás sangre al pie del altar. Tomarás también toda la grosura que cubre los intestinos, la grosura de sobre el hígado, los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y lo quemarás sobre el altar.” (Éxodo 29:10)

La identidad del Verdadero Padre Innominado fue descrita por Pablo en Hechos 17:24 cuando advirtió que “El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues ÉL es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación”.

No castiga a quien no sabe nada de Él porque El Padre es Amor, es Vida y Verdad, no es castigo ni muerte, ni siquiera para quienes en su ignorancia pretenden pensar que no existe, pues ÉL habita como una Luz en los corazones anhelando ser buscada y encontrada. ÉL es amor y “en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor.” (1 Juan 4:8).

Por tanto, no es como el dios de los ejércitos que castiga y asesina a quienes no rinden culto a su nombre, pues es un dios celoso como él mismo lo ha dicho: “No te inclinarás a ellas ni las servirás; porque yo soy Jehová tu dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen”(Deuteronomio 5:9)

No realiza alianzas ni contratos con hombres de ningún pueblo. Su relación con el hombre está por encima de tratados o alianzas ya que es de naturaleza intrínseca en el hombre que lo busca y lo encuentra en su interior, conexión que se ha perdido por causa del dios impostor que si hace pactos y alianzas con pueblos de la tierra. Al incidir la humanidad, a separado al hombre Del Padre Innominado, ligándolo a la esclavitud del mundo y al olvido de su propia identidad de estrellas, que es la verdad dentro de él y que al despertar, le da verdadera libertad.

Al Innominado entonces, sólo puede conocérsele al conocer la Ley dentro de sí mismo como está escrito: “para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres.” (Hechos 17:27). Este es su mayor anhelo, pues siendo el Padre de Todo, espera con amor que el hombre de la tierra que se desconectó de su Fuente llegue en este tiempo a encontrarlo, reconciliándose con ÉL y volviendo a la naturaleza original de Dios y Hombre: SER UNO

 

 

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